En las crisis, cuando perdemos equilibrio, suele manifestarse la sombra con más claridad.

La sombra es un arquetipo propuesto por Jung. Es lo no visto, lo más oculto del inconsciente, lo que no aceptamos de nosotros mismos, lo que emerge en los momentos más inesperados para recordarnos que nuestro éxito está incompleto. Son los demonios internos que han sido negados y nos tropiezan con lo no resuelto. Se da en lo individual y en lo colectivo.

En las crisis, cuando perdemos equilibrio, suele manifestarse la sombra con más claridad. Es una gran oportunidad para verla. Algunos la enfrentan, otros la niegan. Una manera de negarla es proyectarla en otros: los malos y los débiles son otros. Se buscan culpables, chivos expiatorios.

Si se enfrenta, quizá se resuelve y se trasciende; si se niega, se pospone hasta una nueva crisis más grave y dolorosa. Pero no es fácil, nadie quiere ver sus lados más negativos o sus puntos más débiles.

Las crisis colectivas también son oportunidades para enfrentar y trascender. A partir del 2008, la sombra aparece a nivel mundial con problemas relacionados al abuso de poder: primaveras árabes, engaños financieros, pedofilias y abuso sexual en instituciones o personas famosas, quiebra de medios de comunicación, jerarquías insanas, corrupciones institucionales, descontento de los desplazados por los cambios económicos, terrorismo y lo que usted quiera agregarle en el tema de dinero, sexo y política. 

El último cuarto del siglo XX y los primeros años de este siglo fueron muy buenos. Se incrementaron las libertades económicas y políticas en la mayoría de países, muchos dejaron de ser pobres, algunos se convirtieron en ricos. Se acabó la Guerra Fría. Se minimizó el estatismo y la autocracia. La pobreza extrema se redujo dramáticamente, tanto, que se pronosticó que en el 2030 no habría pobreza extrema en el mundo.

Pero a mayor brillo, mayor sombra. El descontento en contra del poder o los poderosos fue real, aunque no siempre racional o fundamentado. La desigualdad, por ejemplo, ha sido uno de los temas menos entendidos y más explotados, social y políticamente.

En México tuvimos una crisis económica en el 2009 y pudimos sortearla con éxito por ser grandes beneficiarios de la libertad comercial. Pero quizá, la sombra es que seguimos sin poder incorporar a la modernidad al sur del país.

El sur se niega a entender y conectarse al mundo moderno, insiste en los privilegios, las jerarquías, la extracción de rentas, el dominio de unos pocos sobre muchos y los subsidios gubernamentales. No es raro entonces que sea un político sureño el que quiera destruir la modernidad, pues le es ajena, lo contradice, lo amenaza.  La sombra, entonces, no solo se hizo presente, se hizo presidente. ¿Así o más claro?

Además, desde el 2008 estamos en una guerra social provocada por el mercado negro de drogas. Con plata y plomo se ha ido minando al Estado de derecho y dándole poder a narcos, narco-políticos, militares y a muchos narco-menudistas. A partir de esa fecha, las ejecuciones se cuatriplicaron, México perdió la paz. Hoy, los narcos influyen en los resultados electorales.

En esta crisis mundial han emergido los populistas con banderas de derecha en Europa y Estados Unidos, y de izquierda en Latinoamérica. Los populistas son hábiles para proyectar la sombra en otros, engañar al electorado y destruir la democracia. Pero el demonio populista tiene dos caras: los líderes perversos y los fanáticos que los idolatran. Los que ceden su poder y los que lo cosechan. ¿No les parece muy extraña y fuera de lugar toda esta adoración a un presidente?

¿Qué viene a mostrarnos esta crisis? ¿Queremos avanzar hacia una auténtica Democracia Liberal o retroceder hacia una Autocracia Electoral?

¿Tenemos la valentía, la honestidad y la claridad para resolver esto? ¿Cómo influir en lo colectivo? ¿Ya resolvimos nuestro tema en lo individual?

¿Seguimos culpando a otros o nos responsabilizamos por nuestros fracasos? ¿Aún queremos a un líder o estamos dispuestos a serlo cada uno de nosotros? ¿Queremos fortalecer al sistema o encontrar un diablo alterno a quien cederle nuestro poder?

Entre más brilla el sol, más oscura es la sombra, pero lo inverso también es cierto: de las noches más oscuras emergen los amaneceres más claros. Quizá podamos convertir estas grandes lesiones en grandes lecciones y construir un sistema con mejor nivel de consciencia, que resuelva diferencias con el poder de la razón y no con la irracionalidad de la fuerza.